miércoles, 18 de mayo de 2011

Yo creo que es química. No sé, algo tiene que haber. Hay personas con las que se conecta desde el primer momento y personas con las que no se conecta en toda la vida por más que lo intentes. Mi conexión contigo fue inmediata. Más bien yo diría que fuimos como dos imanes... una atracción inevitable. Y eso, por mucho que tu y yo, ahora, no lo queramos ver, es la pura realidad. Es asombrosa la capacidad que tenemos de hacernos creer a nosotros mismos que algo ha sido olvidado. De dejar de sentir, de hacer como si no existiese, como si nunca hubiese habido nada.



La capacidad de convencernos a nosotros mismos de que ya no pensamos en ello, de que si estuvo lo hizo en un pasado, que el presente se construye con los recuerdos pero nunca se vive de ellos. Siempre vamos a lo fácil, a lo que no requiere esfuerzo ni trabajo. Somos capaces de dejar ir aquello que nunca hubiésemos dejado marchar. Es así, te convences de que vas olvidando. Es la capacidad de engañarse a uno mismo creyendo que todo va bien, aunque por dentro pienses lo contrario. Porque hay cosas que nosotros mismos no somos capaces de hacer. Y olvidar cuando uno quiere y porque sí, es una de ellas. El olvido de alguien o algo no se trata de una idea, sino de un pensamiento ligado a un sentimiento.


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