lunes, 9 de mayo de 2011

No se me olvida que tu pecho era mi almohada.

Para no sentir, traté de pensar en otras cosas. Para no llorar, preferí escuchar música que no me recordara a ti. Para no extrañarte, preferí la indiferencia. Para no quererte, el odio. Para olvidarte, elegí simplemente no recordar. Para que fuera menos doloroso, me anestesié el corazón con mentiras. Para no lastimarte ni lastimarme, quise evitarte. Para seguir viviendo, traté de olvidar que tú también me olvidabas y que alguna vez nuestras vidas se juntaron para compartir tantos momentos. Para ser feliz, conté tus risas; para estar triste, lloré tus lágrimas. Para no tenerle miedo a la soledad, imaginé que todavía estabas. Para pensar un poquito menos, fuí egoísta como de costumbre y pensé en mí misma. Para corregir mis errores, preferí borrarlos de mi memoria y creer que todo iba a estar bien. Para no necesitarte, me independicé a mi manera. Para poder cargar conmigo misma, intenté olvidarme. Para intentar detener el mundo, paré el tiempo en los segundos que pasé sin ti y fueron los más dolorosos. Para obtener mi propio perdón, me auto-convencí de que tú estabas perfectamente bien. Para ocultar mi miedo a perderte, dejé que te fueras sin tratar de hacer algo para impedirlo. Para no pensar en el presente y mucho menos en el futuro, recordé el pasado. Para ser feliz, respeté mis decisiones y con dolor acepté el final que yo misma decidí.

No hay comentarios:

Publicar un comentario